6.2.13

El martillo impacta la aguja, la explosión de la pólvora con fuerza empuja. 
Movimiento de rotación y traslación. 
Sale la bala arrojada fuera del cañón con un objetivo directo. 
La bala pasea segura y firme durante su trayecto hiriendo de muerte al viento, 
mas rápida que el tiempo, defendiendo cualquier argumento. 
No le importa si su destino es violento. 
Va tranquila, la bala no tiene sentimientos. 
Como un secreto que no quieres escuchar. 
La bala va diciéndolo todo sin hablar, sin levantar sospecha asegura su matanza 
por eso tiene llena de plomo su panza. 
Para llegar a su presa no necesita ojos y más cuando el camino se lo traza un infrarrojo. 
La bala nunca se da por vencida, si no mata hoy por lo menos deja una herida. 
Luego de su salida no habrá detenida, obedece a su patrón solo una vez en su vida.
Se escucha un disparo, agarra confianza. 
El sonido la persigue pero no la alcanza. 
La bala saca sus colmillos de acero y sin pedir permiso entra por el cuero, 
muerde los tejidos con rabia, le arranca el pecho a las arterias para causar hemorragia. 
Vuela la sangre, batida de fresa, salsa boloñesa, sirope de frambuesa. 
Una cascada de arte contemporáneo color rojo vivo sale por el cráneo.
Sería inaccesible el que alguien te mate si cada bala costara lo que cuesta un yate, 
tendrías que ahorrar todo tu salario. Para ser un mercenario habría que ser millonario. 
Pero no es así, se mata por montones, 
las balas son igual de baratas que los condones. 
Hay poca educación, hay muchos cartuchos. 
Cuando se lee poco se dispara mucho. 
Hay quienes asesinan y no dan la cara, 
el rico da la orden y el pobre la dispara. 
No se necesitan balas para probar un punto, 
es lógico, no se puede hablar con un difunto. 
El diálogo destruye cualquier situación macabra, antes de usar balas disparo con palabras.
Hay poco dinero, pero hay muchas balas. Hay poca comida, pero hay muchas balas. Hay poca gente buena, por eso hay muchas balas.

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