9.5.16

27 de marzo

Hoy no me siento bien. Traté de ver el lado positivo de las cosas, traté de arrancar el día temprano, moverme, estudiar, hacer algo. No pude. No lo hice. No sé qué está pasando conmigo o tal vez si lo sé y no lo quiero reconocer. Estoy en uno de esos días, uno de los malos, uno de los más oscuros. Porque así funciona. Capaz pasan días en los que me siento bien, en los que no lloro a la noche antes de dormirme, en los que no lloro escuchando música, o viendo fotos. En los que siento que puedo hacer cosas importantes. O simplemente hacer cosas. Días en los que ver un anciano en silla de ruedas al otro lado de la calle no me genera nada más que ternura. Esos días son buenos días. Pero entonces algo pasa, no sé qué es, no lo controlo yo. Juro que no lo controlo. De repente es de noche y no me puedo dormir y me acuerdo de que estoy sola. Aun rodeada de gente estoy sola. Y no soy imprescindible para nadie, si muriera en ese momento, ahí mismo ¿alguien me extrañaría? Pasados los días, los meses, los años… ¿alguien me recordaría? Seguro que mi familia estaría mal un tiempo pero lo superarían, de eso se trata la vida ¿no? De superar cosas…y entonces lloro. Lloro porque pienso en la muerte, en el miedo que me da la “no existencia”. Dejo de respirar. Trato de respirar. Sigo llorando. Ahora lloro porque estoy metida en un mar de infelicidad y aunque en alguna ocasión hablé con distintas personas sobre eso, nunca aclaré que tan profundo estoy; porque mencionar que no me interesa nadie, que no me siento normal y que tengo problemas de autoestima no es ni siquiera la punta del iceberg. Porque con “no me interesa nadie” me refiero a que no creo ser capaz de mantener una relación con nadie, porque me da vergüenza todo. Me da vergüenza decir algo estúpido o ser estúpida, me da vergüenza mi cara, mi cuerpo. Me da vergüenza no ser suficiente para nadie. Y ya no sé si es vergüenza o miedo. ¿Por qué alguien querría estar conmigo? No tengo nada para ofrecer, nada extraordinario. No puedo querer a alguien si ni siquiera me quiero a mí. Y va más allá de un problema de autoestima, no es que no me guste mi nariz o mi boca o mi altura o mi pelo. Es todo junto. No me gusto yo. A veces me veo demasiado gorda y trato de adelgazar. A veces me veo demasiado flaca y trato de engordar. Nunca me veo bien porque nunca estoy bien. Claro que no es solo físicamente. Tampoco me gusta mi personalidad. No soy simpática, graciosa, divertida o espontanea, sólo soy triste. Soy ácida, apática, insensible, sarcástica. No soy tierna o agradable. Y sé que nadie quiere a alguien así en su vida. Así que cuando digo que tengo problemas de autoestima no es el problema de casi todas las mujeres de “me veo gorda”, es que me odio a niveles que muchas personas no pueden ni imaginar. Entonces sigo llorando porque ya no sé si estoy sola por cómo soy o si soy así por estar sola. Al otro día me despierto con los ojos hinchados de tanto llorar y con el sentimiento de vacío que predomina en los días oscuros. Me propongo levantarme pero mi cuerpo no quiere. Y está bien ¿para qué? Cuando estoy por quedarme dormida de nuevo me recuerdo que hay que ser fuerte y que los días malos pasan. Me levanto de una vez por todas porque tengo que estudiar, tengo que hacer cosas. Pero no, no me pongo a hacer todo lo que tengo que hacer porque no funciona así. Trato de hacerlo pero no. No, en cambio lloro de nuevo porque la canción habla de que una persona puede contar con otra persona, no importa lo grave que sea la situación, la cantante promete estar ahí para ayudar. Y eso me recuerda, nuevamente, que estoy sola y que nadie está ayudándome y que en parte es mi culpa por no saber pedir ayuda y por otra parte es culpa del mundo por ser un lugar tan horrible. Y tengo que estudiar pero no puedo porque mi cabeza no se puede concentrar porque lo único que quiero es llorar y dormir y no salir de la cama. No tendría que haber salido de la cama. Y escucho la voz de un señor al otro lado de la calle y cuando miro por la ventana es un anciano en silla de ruedas hablándole a un perrito y podría ser la escena más tierna del mundo pero a mí me dan ganas de llorar. Porque me acuerdo de mis abuelos que están todos muertos y ahí está la muerte otra vez. Trato de no pensar en eso, no penses en eso. Pero los abuelos me recuerdan a las familias y hoy es domingo de pascuas y yo no estoy almorzando en familia, no estoy en la casa de mis abuelos jugando en el patio mientras los grandes conversan adentro, estoy sola. Estoy sola en mi cuarto y lloro de nuevo porque siento el vacío. Y porque ya nada es igual a cuando era chica. Porque crecí. Y lloro por cómo pasa el tiempo, tan rápido y sin frenar nunca. Y lloré mientras escribía esto, porque así funcionan los días oscuros; lloro todo el tiempo, lloro hasta ahogarme, lloro sin motivos aparentes.
No sé si mañana voy a estar mejor, capaz no. Capaz tarde varios días en recuperarme, o varias semanas como la última vez. Nunca se sabe. No se sabe cuándo llega, no se sabe cuándo se va. No hay una solución, o por lo menos yo no sé cuál es. Solo me queda esperar que pase.

No hay comentarios:

Publicar un comentario